¿Es posible ensayar de manera virtual? Esta fue la primera pregunta que se me vino a la cabeza cuando comprendí que nuestro trabajo debía continuar, pero de manera virtual. Una situación desconocida y un reto latente fueron la fórmula secreta para dar todo de mí, mis ganas y mi pasión; y utilizar esta coyuntura a mi favor: una vez más entendí que la música no podía parar.
Tempo ha ganado reconocimiento al ser una de las primeras instituciones musicales en el Perú, en armar un programa completo de clases virtuales en tiempo récord: un aula virtual perfectamente implementada y maestros capacitados constantemente forman parte del éxito de esta increíble propuesta.
En lo personal, antes de empezar con los ensayos de la Tempo Big Band, decidí capacitarme y comprender a cabalidad el gran impacto que el aprendizaje virtual tiene en los estudiantes, siendo de gran ayuda al momento de fomentar el logro de los diversos objetivos y metas trazadas en clases. Al principio no lo creía, pero mientras más leía y estudiaba, la virtualidad me iba convenciendo. Un dato curioso es que, aunque ustedes no lo crean, esta práctica proviene del estudio por correspondencia, pero eso ya es otro tema. De igual manera, los invito a investigar más acerca de ello.
A nivel mundial, diferentes instituciones tanto escolares como universitarias vienen implementando el e-learning como complemento a su enseñanza incluso desde la era pre-COVID19. Esto me motivó a investigar cómo funcionaba este trabajo realmente: qué herramientas digitales, programas de gamificación u otras plataformas musicales utilizaban; además, definir cuáles podrían ser de mi utilidad para mostrar a mis estudiantes a través de la pantalla lo que quería que aprendieran en mis ensayos.
Tocar todos a la vez no iba ser posible, así que se me ocurrió formar pequeñas aulas virtuales dentro de “Zoom”, cada una definida por una familia de instrumentos, a modo de actividad sincrónica. Antes de cada “seccional o parcial”, me encargaba de entregar a mis alumnos todas las indicaciones respectivas, tanto con mi propio instrumento o con los audios originales de los temas a tratar. Los estudiantes practicaban de manera individual y a la vez podían interactuar con sus compañeros de fila. Cabe mencionar que, ante cualquier duda, el chat y alertas de Zoom siempre permanecen a disposición de los estudiantes. Como actividad asíncrona, se planteó que durante la semana los alumnos se graben y posteriormente suban el video a “Flipgrid”, una plataforma de videos virtual educativa. De esta manera, como docente puedo hacer un seguimiento personalizado a su trabajo. Este sistema probó ser muy útil al inicio; sin embargo, hacer este mismo proceso todas las clases podría resultar muy tedioso e incluso hasta aburrido. Definitivamente, había muchas cosas más que explotar en clases. Por este motivo, dentro de mi planificación consideré un espacio de apreciación musical a llevarse a cabo cada mes. En el presente ciclo vimos “El Huayno”, “El Bossa Nova” y “El Jazz”. Todas fueron clases muy enriquecedoras y de gran valor para todos los presentes. Al final de cada clase, llega uno de los momentos más importantes: la reflexión; tiempo en cual los estudiantes participan activando su micrófono y comentando entre ellos qué fue lo más importante de dicha sesión y qué se llevan como aprendizaje personal.
Otra tendencia educativa en estos tiempos de pandemia fue la aparición de los conversatorios. Exitosos y con potencial multiplicador, no dudé en implementarlos a nuestros ensayos y es así como pudimos gozar de la experiencia de cuatro artistas peruanos o como yo prefiero llamarlos: cuatro maestros peruanos. Amador “Chebo” Ballumbrosio, increíble educador y percusionista, nos habló acerca de la música afroperuana y la importancia del “Landó” como herencia musical. Edgardo Benedetti, trompetista radicado en Texas (EE.UU.), nos habló acerca del jazz y nos dio tips sobre cómo poder aplicar a universidades de música fuera del país. Luis Linares, bajista, nos habló acerca de su trabajo en redes sociales y de cómo crear música y hacer arreglos para diferentes ensambles. Y para cerrar con broche de oro, culminamos nuestro ciclo de conversatorios con Carolina Araoz, una saxofonista que radica en Valencia, España. Ella nos dejó un importante mensaje acerca de componer y escribir música: nunca es tarde para empezar, aún así nunca lo hayamos hecho. Debemos darles importancia a todas nuestras ideas musicales, aquellas que se nos ocurren en los momentos menos pensados y que merecen toda nuestra atención.
Por último, para evidenciar el trabajo de la Big Band grabamos un primer video de 2 minutos tocando el tema “In the Mellow Tone”. Este video nos sirvió para ir conociendo los diferentes programas de grabación y edición de video. Fue todo un reto: desde empezar a grabar, a la posición del micro y la cámara. Y en caso de no tener micrófono e interface, poder averiguar qué otras opciones había.
Esta semana hemos lanzado nuestro segundo tema: “Dos Plumas” del grupo “Wuayruro”, banda fusión formada en los años 90´s por el saxofonista peruano Jean Pierre Magnet y el pianista José Luis Madueño. El arreglo para Big Band es de Luis Linares y cuenta con la participación de los destacados músicos: Paloma Chávez (flauta traversa), Frank Carreri (trombón) y Aníbal Seminario (saxofón tenor). Es un verdadero lujo poder compartir con estos artistas su amor por la música.
Los invito a seguirnos en las redes y a que participen de nuestra Big Band. Las puertas siempre están abiertas para todos. Eso sí, previa audición… No olviden que ¡la música no debe parar!
Escrito por: David Cabrejos (Director de la Tempo Big Band)
Fotografía: Jonathan Jacobsen